Ebel se creó en el año 1911 en pleno corazón de la suiza relojera, en Chaux de Fonds, donde se nutrió del conocimiento y de un entorno propicio para iniciar una andadura que, posteriormente, se demostró exitosa. Sus fundadores fueron Alice y Eugene Blum.
El prestigio y reconocimiento internacional le llegó muy pronto, con tan solo tres años de existencia, ya que en 1914, en la Exposición Nacional de Suiza, logró la Medalla de Oro por la calidad de sus relojes, que se caracterizaban por los estilos sobrios y la precisión de sus mecanismos.
Made in Suiza
Una nota característica de los relojes Ebel es que todas y cada una de sus piezas son producidas y engarzadas en Suiza, lo cuál demuestra a través del sello de calidad de Made In Suiza, con lo que evita cualquier tipo de interferencia ajena a la tradición relojera suiza.
Una tradición que busca capturar el tiempo en sus relojes, y, por ello, Ebel ha querido personificar esta obsesión del pueblo del norte de Europa. De hecho, la frase que acompaña a todas las promociones de Ebel deja las cosas bien a las claras: “Los Arquitectos del Tiempo”. Para hacer honor a su slogan, todos los modelos llevan, al menos, un detalle inspirado en la arquitectura.
Los Arquitectos del Tiempo
El gran acierto de la marca Ebel fue el haber sido la primera marca de relojes de lujo que se alejó un tanto del machismo característico de la industria relojera de la época. Tradicionalmente, los relojes eran vestidos por los hombres, y, por tanto, diseñados para ellos. Pero Ebel añadió a sus colecciones relojes para mujeres, diseñados para ellas, con una estética más atractiva y vanguardista.
Pero Ebel ha sabido adaptarse a los tiempos, y utiliza, como todos sus competidores, a las principales figuras públicas internacionales para protagonizar sus campañas publicitarias. La última gran personalidad elegida ha sido la modelo Giselle Bundchen.